En este temario me ha hecho recapacitar, que tipo de aula quiero tener, es decir, como la amueblaría aquellos espacios del que disponimos, para sacar un mayor rendimiento y del que los alumnos sean protagonistas de ello. En función de como quieres organizar tu aula, buscaría cual sería mi propósito que yo quiero como educadora. O sea, en base a los rincones que disponga, poner una pequeña biblioteca literaria y al lado o enfrente, otro rincón de libros paraliterarios.
Además de esta separación de géneros, continuar subdividiéndole en función de los temas y de las edades. De esta manera, si queremos leer o trasmitir un tema, sabemos a que sección tenemos que ir, facilitándo así la consulta a o la lectura a los pequeños.
Otro tema, del cual me ha hecho meditar, ha sido la elección de los cuentos. Es decir, observaré que tipo de lenguaje emplean, ya que, debería de ser sencillo y fácil de comprender. Además buscaré un cuento imágenes para facilitar así, la comprensión lectora de nuestros discentes. Dado que, sino busco estas facilidades a los pequeños, no lograré que sean autónomos.
Vale.
ResponderEliminarEl enfoque de tu reflexión es bueno pero, como aún no hemos visto el bloque de la biblioteca de aula, temo que el resultado es un tanto superficial y poco "reflexivo".
Mi consejo es que "tires" del segundo motivo de reflexión: el uso que le vas a dar en el aula a los libros infantiles: para qué sirven qué tratan, cómo hacen que el niño disfrute, imagine, empatice con los personajes o se identifique con ellos, conozca otras formas de entender la vida y de vivirla.... vea reflejados sus miedos o sus preocupaciones, las cosas que le gusta hacer... El uso que le des a estos libros en el aula, ya va a marcar el tipo de maestra que eres o que quieres ser: una maestra integral que no solo se preocupa del desarrollo cognitivo de sus alumnos sino también de la creatividad, la imaginación, el arte y la emoción.
Procura no usar el término "discente" para referirte a los alumnos. Discente significa "que no sabe". Es un término que quedó pasado de moda con los estudios de Piaget y que ya no usa ningún pedagogo ni ningún maestro que se precie.